martes, 27 de mayo de 2008

La definición de Matrimonio de acuerdo al Código Civil (Comentarios, Preguntas y Reflexiones)

La idea de este artículo es referirnos a algunos elementos que definirían lo que es el matrimonio de acuerdo al código civil chileno y que nos parecen cuestionables desde nuestra mirada psicosocial.

Entre los elementos que aparecen descritos en la definición de matrimonio están:

a) es un contrato solemne
b) que celebra un hombre y una mujer
c) por el cual se unen actual e indisolublemente y por toda la vida.
d) Con el fin de vivir juntos, de procrear y auxiliarse mutuamente.

Con respecto al punto “a”, no nos referiremos, dado que consideramos que el matrimonio debería darse en un contexto de solemnidad, que nos parece razonable y entendible.

Los cuestionamientos comienzan desde la letra b, hacia delante, vamos por parte:

Nos queda más que claro, que en nuestra actual legislación, sólo pueden contraer matrimonios las personas heterosexuales, nos preguntamos ¿porqué?. Es importante aclarar que los autores de este artículo son heterosexuales y desde esa orientación sexual, vienen nuestros cuestionamientos.

Las interrogantes que nos surgen con respecto a la orientación sexual de los futuros “marido y mujer”, dicen relación con: ¿una pareja de homosexuales no tiene el derecho de casarse como cualquier pareja?; ¿cómo regula jurídicamente una pareja de homosexuales situaciones referidas a repartición de bienes en caso de una separación?; ¿se piensa acaso que los homosexuales no se pueden casar porque son enfermos o bien son un mal ejemplo para nuestros niños?. En esa misma línea ¿se cree que sólo legalizando las uniones homosexuales, muchos niños y jóvenes a través del aprendizaje vicario, se van a ver fuertemente atraídos por conocer una pareja del mismo sexo o bien se van desviar de su camino original?.

No es nuestra idea responder a cada uno de esas interrogantes, el objetivo es que nos planteen sus interrogantes y se pueda debatir en un marco de respeto y tolerancia.

Brevemente planteamos que las uniones homosexuales deberían legalizarse, dado que estimamos que los no heterosexuales son personas que tienen derecho de validar jurídica y socialmente su amor ante la sociedad. Se estima que son personas con emociones y sentimientos como cualquier heterosexual y que por ende viven las mismas problemáticas de pareja que cualquier mortal. Si se piensa que Chile debe transformarse en una nación desarrollada, no sólo debemos pensar en logros económicos, sino que en materias que nos permitan ser mirados por el resto del mundo como una sociedad pluralista en la cual conviven y comparten distintas visiones, grupos y personas que puedan ejercer los mismos derechos y ejecutar los mismos deberes.

Se estima que la definición de matrimonio debería contener:

- Que se celebra entre cónyuges, modificando las palabras “un hombre y una mujer”.

Con respecto a la letra “c”, que indica que una pareja se une actual e indisolublemente y por toda la vida, quisiéramos comentar lo siguiente:

Estimamos que desde los sueños e ideales de cualquier pareja que se casa, podría estar la idea de casarse para toda la vida, (los autores también tienen esos sueños o ideales) sin embargo plantearlo en una definición, no nos parece necesario. Estamos concientes que desde niños a través de cuentos e historias infantiles se nos ha dicho directa e indirectamente, que las parejas se casan para toda la vida y que viven felices para siempre, situación que estimamos, se va reforzando a través de la vida en las distintas actividades que vamos desarrollando. Adhiriéndonos a esos ideales, las cifras nos muestran una realidad, donde aquello no se cumple y más que eso, nuestra preocupación va en los efectos o consecuencias emocionales que eso conlleva en las personas que se les frustra la idea original de “estar contigo para toda la vida”. Estimamos que aquellas personas que lo visualizan como una verdad irrefutable o como un dogma, es probable que las consecuencias a nivel emocional sean más nocivas y con menores estrategias para afrontar adecuadamente una experiencia de separación. No se discute que la separación matrimonial puede implicar dolor o sufrimiento, sin embargo estimamos que hay diferencias de cómo se reacciona emocional y conductualmente, al visualizar de una manera particular la separación matrimonial. Hemos observado que aquellas personas que son capaces de conceptualizar la separación matrimonial como “una experiencia de vida o una experiencia de aprendizaje” son capaces de “vivir la pérdida de manera más sana y adecuada”, que aquellos que lo puntúan como “lo peor que me pudo haber pasado o se me truncaron para siempre todos mis sueños”. Detrás de esa afirmaciones están otras que van en la línea de: “ yo me casé para toda la vida, no entiendo porqué me pasó esto” “en mi familia nadie se había separado, porque yo”. Se estima que esos discursos conllevarían más dolor y sufrimiento y durante un tiempo hacen que las personas no se movilicen a ejecutar eficazmente recursos o estrategias de afrontamiento personal. En este sentido plantearlo directamente en una ceremonia civil u otra, sólo viene a reforzar lo que se nos ha dicho desde niños, sin embargo debido a las consecuencias que hemos descrito brevemente, no nos parece que deba ser explicitado. La separación matrimonial debería concebirse como una probabilidad en cualquier pareja y con esto no estamos introduciendo la idea de que uno se casa pensando en separarse. Cualquiera que se haya casado y separado, vivencia el matrimonio como una experiencia de vida que espera se consolide hasta “viejitos”, sin embargo diversas razones no permiten que eso se cumpla. En este sentido nuestra propuesta va en la línea de sacar de la definición la indisolubilidad del matrimonio, dado que estimamos que cualquier persona que se haya separado tiene todo el derecho a volver a creer de que “se puede casar para toda la vida”, pero entendiendo que la separación es una probabilidad que puede surgir en cualquier momento en la vida de los casados y que si ocurre, no significa ser peor persona o creer que mis hijos van a estar en desventaja, o tantas otras ideas que implicarían más sufrimiento y estancamiento.

Finalmente haremos nuestros reparos a los últimos elementos de la letra “d”.

“Vivir juntos”. Nuevamente es necesario aclarar que como sistema de vida para nosotros, compartimos la idea de “vivir juntos con la pareja”, sin embargo estimamos que actualmente pueden existir distintas o diversas formas de ser una pareja, que no implique necesariamente vivir juntos. ¿Si para algunas parejas, la convivencia diaria no les permite coordinarse adecuadamente como pareja, podría ser válido lograr una mejor coordinación, viviendo cado uno en diferentes hogares, pero manteniendo la idea de apoyarse, compartir gastos, fidelidad, etc?. Han salido reportajes en los medios de comunicación masiva que grafican como las parejas se las han arreglado para seguir siendo parejas, durmiendo en camas separadas o bien compartiendo o dividiendo espacios al interior del propio hogar. Por ende nos preguntamos ¿Porque no viviendo en hogares distintos?. Algunos se preguntarán ¿para que se casan entonces? y nosotros pensamos ¿cuál es la idea de casarse? ¿vivir juntos exclusivamente?. Creemos como psicólogos con una formación sistémica constructivista, que la idea de formar una pareja es tratar de mantener a través del tiempo, al sistema pareja que se formó y en este sentido si el “vivir separados” implica un mecanismo de autorregulación que les permite seguir siendo pareja y por ende ser identificados como tales por muchos años, ¿porqué no permitir ese particular sistema de vida?. En este sentido nuestra propuesta va en la línea de modificar: “con el fin de vivir juntos” por “con el fin de constituirse como pareja” o “con el fin de constituir una vida en pareja”

“Procrear”. Estimamos que este elemento es uno de los que genera más confusión y dolor en las parejas que deciden casarse. ¿ Sólo es válido casarse para tener hijos? ¿ Que ocurre con aquellas parejas que desean tener hijos y que por razones de infertilidad en la pareja no pueden tenerlos? ¿ Acaso para una pareja no es válido tomar la opción de no tener hijos y vivir sólo los dos?. La literatura científica describe en forma extensa, las consecuencias emocionales que sufren las parejas que no pueden tener hijos a causa de la infertilidad, llegando incluso en algunos casos a la separación conyugal, por ende para qué presionar a las parejas colocándoles como condición en el matrimonio, la idea de la procreación. ¿No debería ser sólo una opción de las parejas el tener hijos?.

Asimismo estimamos que las parejas al decidir casarse lo estarían haciendo con el objetivo de compartir una vida en pareja, que no necesariamente incluya la idea de transformarse en familia. Si posteriormente la pareja decide transformarse en familia, es una decisión que tomarán cuando les parezca necesario, sin sentirse presionados de hacerlo. Lamentablemente observamos que un número importante de parejas, asimilan inmediatamente la idea de casarse con la idea de tener hijos, lo cual en sí puede ser válido, el problema surge cuando se piensa que casarse y consolidarse como pareja es igual a tener hijos y ser padres y creer que no tenerlos, me hace ser peor que otras parejas. Esa confusión, estimamos genera más entrampes y dolores. Si se comenzara a plantear en la sociedad que el tener hijos es una opción, estimamos ayudaría a que las parejas lo visualizaran como una posibilidad y no como una exigencia que les podría incluso costar el matrimonio.

Por lo tanto nuestra propuesta implica eliminar la palabra procrear en la definición del matrimonio.
Ps. Claudio De La Fuente